La mano de Dios. El golazo a los ingleses. La 10. El tobillo inflado por las patadas. El pecho, orgulloso, más inflado aún.
La cinta de capitán. La gambeta mágica. El talento inagotable. La pegada exacta. La zurda endemoniada. El más pícaro del barrio. El mejor del mundo. Todo eso fue Maradona, el emblema más gigantesco de la Selección en toda su historia. El compromiso. La pasión. La idolatría. Las ganas. La exquisitez. Los huevos. La mentalidad ganadora. La falta de miedo. La abundancia de excelencia. El ataque maravilloso, letal, lujoso. La defensa de la camiseta, del himno, de la argentinidad. Todo eso encarnó Diego. ¿El mejor de todos los tiempos? Messi lo dirá. A Maradona nadie le podrá quitar lo gozado, por él y por todo el pueblo. Unico, en ese aspecto no habrá otro igual. Villa Fiorito empezó a seguirlo en Los Cebollitas, cuando su sueño era jugar un Mundial. Luego, ese pibito retacón de infancia empobrecida deslumbró en Argentinos Juniors. Debutó diez días antes de cumplir 16, con un caño a Cabrera, de Talleres. Menotti lo llevó a la Selección pero, trece días antes del Mundial 78, lo desafectó. Diego pensó que se le venía el mundo abajo. Algo de eso hubo: al tiempo, tuvo al mundo entero rendido a sus pies. La descosió en el Juvenil 79, en Japón, y salió campeón por primera vez con la celeste y blanca. Pasó a Boca y ganó el Metro 81, junto a Gatti, Ruggeri y Brindisi. De ahí saltó al Barcelona. No cumplió las expectativas en España 82 (lo expulsaron contra Brasil)pero en el Napoli fue Dios. Y se hizo capitán de la Selección de Bilardo, desplazando a Passarella. Y en México 86, cuando nadie daba dos pesos, Argentina fue un equipazo y tuvo en Diego a su as de espada: campeones del Mundo; y Maradona, nuevo rey del planeta fútbol. La copa estuvo en sus manos, como la felicidad de los argentinos. A los tumbos, con su tobillo maltrecho pero el orgullo intacto, en el Mundial 90 la Selección aguantó el temblor ante Brasil y más tarde eliminó a Italia en semifinales, el día que los italianos silbaron el Himno argentino y Diego los llenó de insultos. Llegó a otra final, pero nada pudo hacer esta vez ante Alemania. Subcampeón con lágrimas. Más lágrimas hubo en EE.UU. 94, cuando la FIFA lo suspendió por doping. Volvió a la Selección quince años después, pero como entrenador. Dirigió en Sudáfrica 2010,
No hay comentarios:
Publicar un comentario